4.1.07

Reconversión


Madrid, 3 enero 2007

Temperatura exterior: 8º C
Porcentaje de humedad relativa mes de enero: 71%
Nivel de agobio para todo el mes de enero: en torno al 87%
Nº trabajos pendientes: 6
Nº exámenes a corto plazo: 2
Nº habitantes de Manzanares: 18721(y entre ellos conozco a uno que tiene una finca)
Interesante tema de hoy: hiperglucemia


Lo que con notación científica he denominado como hiperglucemia, palabra con la que muchos no estaréis familiarizados, es lo que vulgarmente se conoce con el nombre de Navidad.

Hiperglucemia o Navidad es sinónimo, etimológicamente, de unos altos niveles de azúcar en sangre, consecuencia directa de la ingesta masiva de glúcidos en forma de mazapán, marquesa, onza, trufa o turrón en cualquiera de sus variantes específicas.

Es interesante observar la multiplicidad de síntomas que acompañan a tan macabra dolencia.
Por una parte, trae consigo una serie de terribles consecuencias morfológicas, materializadas en forma de patorras, cartucheras o papada (véase /dandrinus. Ejemplo1:
http://farm1.static.flickr.com/128/344112863_3b12594cfe.jpg?v=0 . Ejemplo 2: http://www.fotolog.com/dandrinus/?pid=15168144), o todas a la vez (véase cualquier foto de www.fotolog.com/dandrinus)

Tiene, por otra parte, sorprendentes consecuencias sociológicas. Individuos con alteraciones en la conducta, embriagados por una sensación de pseudo-bienestar con la que suplen sus carencias cotidianas, simulando una pacífica atmósfera de felicidad heididiana familiar en torno a una mesa repleta de afilados cuchillos propios y afilables carótidas ajenas.

Para algunos la llegada de la hiperglucemia tiene como efecto secundario la formulación de nuevos proyectos, o mejor dicho, re-formulación de antiguos nuevos proyectos.
No fumar, gimnasio y la manifestación a favor de la re-emisión de “Ellas y el sexo débil” parecen ser los más repetidos.

Afortunadamente he tenido la suerte de tener alergia al kiwi, que parece ser el mecanismo natural de combatir la hiperglucemia, o al menos esa es la única razón lógica que le encuentro.
Por ello debe ser que yo y mis expectativas seguimos siendo los mismos (a favor de la re-emisión de “Ellas y el sexo débil” ya lo estábamos hace tiempo). No hemos cambiado ni siquiera tras la tortura visual que representa la cegadora (pese a negra) capa de Ramón García. No quiero ser:
- Ni más alto (no es muy probable dada mi edad)
- Ni más fibroso (no es muy factible dada mi intolerancia al movimiento)
- Ni más guapo (sencillamente imposible)

No han aumentado mis ganas de colaborar en causas justas, dedicar más tiempo a pareja e hijos o aprender alguna nueva lengua eslava o segunda lengua románica. Ni siquiera han mermado mis intenciones de mantener al 90% de mis contactos familiares de MSN sin admisión.


He llegado a la conclusión de que no odio la Navidad, sencillamente no la padezco, pero pese a ello… si tu sobrina de 6 meses se pone un gorro copia del mayor enfermo terminal de hiperglucemia, se te cae la baba (por no decir que se te hace el chichi natillas, pero no es biológicamente posible el caso) igual que al resto de no-alérgicos al kiwi.

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