Sumando primaveras

Madrid, 25 abril 2006

Esa foto fecha (por la parte de atrás que no podéis ver) del día de mi cumpleaños, así que tendré que creérmelo pese a no ver rastro de la plaza de Zocodover, más concretamente del McDonald’s, que parecía el único sitio cognicible en el que mis congéneres y yo celebrábamos los cumpleaños.
Pues bien, dicha fecha y la de hoy (salvando las distancias temporales) coinciden. Y aunque algunas cosas (color de ojos y pelo, altura…) permanecen casi inalteradas con el paso de los años, hay otras que sí lo han hecho…
Las pajaritas dieron paso a las corbatas, los calcetines blancos a calcetines de cualquier otro color, los pantalones sobaqueros con cinturón como sujeción a los pantalones desafiantes a toda ley de la gravedad pendientes tan solo en ocasiones de unos tirantes y la cara de “no-he-roto-un-plato-en-mi-vida” a la de “me-cargo-vajillas-enteras”.
En esencia creo que tampoco cambian tanto las cosas, sólo lo hace el fondo y la forma.

Tres tiburones, cuatro fresas y una bolsa de pandilla, de ello dependía toda mi felicidad, y lloraba si no las conseguía y ahora lloro exactamente igual si no consigo ser medianamente feliz (que en este último año han sido repetidas las veces que no lo he sido), si es que alguien alguna vez fue capaz de llegar a serlo plenamente.

No sería justo sin embargo ser tan quejica cuando ha habido ciertas gentes que tan bien se han portado y siguen portándose conmigo. Y no empiezo a dar nombres por no dejarme ninguno y causar molestias, pero está claro que sabéis quiénes sois.

Otro apartado es para aquella única persona con un solo nombre (compuesto) y su par de aristocráticos apellidos que tanto me ha hecho aprender sobre mí mismo y al que le estaré eternamente agradecido.

Y siguiendo la cronología sólo me falta acordarme de quién hoy en día hace que salga el sol los días que el cielo es azul oscuro, casi negro.


Audio: Cambio de forma – Astrud